Una noche de tarot, intuición y encuentro

Hay noches que no se olvidan.
No por lo que se ve, sino por lo que se siente.
Y la del sábado fue una de esas.

Nos reunimos en un espacio que no fue solo físico, sino energético, amoroso, casi sagrado. La propuesta era simple en apariencia: una experiencia de tarot. Pero lo que vivimos fue mucho más que una tirada de cartas. Fue un viaje hacia adentro, hacia nuestras propias preguntas, intuiciones y deseos.

Eli, la tarotista que nos guió, nos abrió la puerta a un mundo lleno de símbolos, mensajes, arquetipos y verdades que a veces duelen y otras veces sanan. Con su sensibilidad y conocimiento, nos ayudó a mirar lo que a veces esquivamos, pero que siempre está ahí, esperando ser nombrado.

Sumamos también los oráculos, esos pequeños portales de sabiduría que nos invitan a confiar, a soltar el control y escuchar lo que la energía tiene para decir.

Y mientras todo eso ocurría…
Afuera caía la noche, adentro se encendían las almas.

Carla, de la Biblioteca Tempo, nos regaló una degustación de vinos que acompañó el encuentro con delicadeza. Cada copa traía un susurro, una pausa, un puente. Y Candelaria, desde Madre Selva, nos abrazó con los sabores de su propuesta dulce “Todo Oro”. Porque sí, también se puede sanar desde el gusto, desde lo que se comparte en una mesa, desde el brindis silencioso entre dos que no se conocían y se reconocen.

Hubo risas.
Hubo llanto.
Hubo silencios llenos de sentido.

Gracias a cada una que se animó a venir con el alma en la mano. Gracias a las que no conocía y ahora ya siento cerca. Gracias a las que dijeron “sí” a algo nuevo, a las que se entregaron al misterio, a la belleza de no saberlo todo.

Me llevo la certeza de que cuando las mujeres nos reunimos con el corazón abierto, algo se transforma.
Y lo que se transforma… ya no vuelve atrás.

Gracias Eli, Carla, Cande. Gracias a la vida que me permite ser parte de estos momentos.
Nos vemos en la próxima experiencia.
Va a ser distinta, pero igual de mágica.
Porque cuando el alma se abre… todo lo demás llega solo.